Distorsiones Cognitivas Auto-sirvientes Parte 1

Algo que me agrada realizar desde hace muchos años es salir a caminar con mis perros. Actualmente la alineación se compone de Boni, Loba y Natasha. Los paseos permiten despejar la mente, divisar los escenarios de interacción, al mismo tiempo que se producen dinámicas sociales caracterizadas por una explotación individual, es decir, la vida adquiere una significancia que se mide por los resultados producidos a través del trabajo como única meta cuyos objetivos de emprender, competir contra el otro, ser autosuficiente (Davies, 2021) son caracterizados como cualidades dignas de reproducir, dejando de lado el proceso de vida como un objetivo prioritario de la vida de las personas. Cioran no se equivocó al mencionar que la peor de las suertes es haber nacido (Cioran, 2015).

En una ocasión, por aquellos paseos bajo una tarde de agradable clima, tratando de llegar a uno de los baldíos que recuerdan el abandono de territorialidades específicas de la comunidad que son significancia de ausencia de identidad social y, por ende, de un sentido de pertenencia en torno a la comunidad (Montero, 2004), visualicé, a lo lejos, una pareja sentada sobre unos columpios: él está muy próximo a ella y mantiene aprisionada su mano a la de ella, dando la sensación de impedir, inmovilizar los movimientos de ella. Mientras pasamos a su lado, se escucha la siguiente conversación:

Él: -Si te digo que tienes que dejarle de hablar a tu amiga es porque no sabes el peligro de que sea una vieja chismosa y en los problemas que nos va a meter, a veces eres bien mensa para tomar decisiones, no lo digo porque no quiera que no tengas amistades, pero sino ¿Cuándo vas a aprender en no confiar en los demás?

Ella: -Baja la voz nos va a escuchar-

Él: -A mí me vale madre que nos oigan- expresa mientras yergue su pecho y aumenta el sonido de su voz- A mí ya no me van a ver como un pendejo y a quien le parezca, sino se puede ir a la mierda. Yo solo te digo que si quieres que estemos en paz tú y yo dejes de buscar a esa pinche vieja que nomás está de guaguarona y diciéndote puras pendejadas-

Siguieron bajo esa dinámica un par de minutos más y se retiraron del lugar. Una estampa muy repetida en la sociedad mexicana, marcada por un fuerte comportamiento de dominación, machismo y violencia. Pero también, cargados de componentes cognitivos muy importantes que pocas veces son tomados en cuenta en su reflexión, análisis y explicación en torno a la violencia.

Desde la teoría sociocognitiva, el desarrollo de las cogniciones permite un aprendizaje sobre sus habilidades mentales en habilidades concretas, así como en un conocimiento específico. Las formas en visualizar los procesos motivacionales, cognitivos, socioemocionales, implican el proceso de interpretación de distintas creencias mediante las cuales las personas construyen esquemas (Crick y Dodge, 1994) con los que interactúan en la vida cotidiana: nombran objetos, actitudes, acciones, estrategias que se van almacenando en los esquemas mentales mediante los cuales, como en forma de fichero, puede introducirse y sacarse en función de una explicación y otra de acuerdo a las necesidades que se tengan en un momento dado.

Pero no siempre esas interpretaciones son correctas (Barriga, Gibbs, Potter y Liau, 2001). En la comprensión de que el ambiente familiar es una de las estructuras que mayor influencia tiene en las personas, aquí se pueden estructurar, repetir, sistematizar y naturalizar el contenido de los pensamientos favorables o desfavorables de acuerdo a las estructuras de crianza que se tengan aprendidas y que conllevan a la reflexión intergeneracional que son mantenidas como procesos socioculturales y justificadas por las instituciones sociales que abogan por la construcción de una sociedad de valores y responsabilidades.

Dentro de la teoría ecológica sistémica los ambientes en los que se desenvuelven las personas son un conjunto de estructuras seriadas, contenidas en un nivel  interno el entorno inmediato como el hogar, trabajo, escuela hasta pasar a ambientes más complejos y externos en donde se forma el desarrollo, crece, tiene dinamismo y se reestructura al mismo tiempo el medio en que vive la persona incidiendo en pensamientos, emociones y relaciones interpersonales (Bronfenbrenner, 1987).

Estos ambientes familiares, cuando sus condiciones no tienen los suficientes elementos para poder avanzar y estructurarse generan características negligentes de abandono emocional (Hernández, 2015), la exposición de la violencia (Mrug et al., 2015), la violencia ejercida entre integrantes de la familia y conductas agresivas en contra de los integrantes (Quesada-Sanabria et al., 2019), deficiencia en la comunicación (Quesada-Sanabria et al., 2019) o cualquier otro factor negativo en la dinámica familiar, genera una interpretación hostil del mundo y de los demás, favoreciendo la construcción de visualizaciones negativas en el niño, justificadas en los padres y repetidas de manera sistemática culturalmente.

La exposición ante la violencia (Akehurst, 2015) directa o como espectador genera en las personas condiciones de soledad, aislamiento, y también la estructuración de la idea de un mundo y de personas violentas, con lo cual al percatarse de un mundo hostil (Guerra y Dierkhising, 2011) se encuentra la justificación necesaria para poder construir un apartado del uso de conductas agresivas (Patterson Dishion y Bank, 1984) u hostiles como remedio para afrontar esas situaciones. Gibbs (2014) había sostenido que en el proceso de la estructuración de este hecho existía un proceso acompañado por la deficiencia de habilidades sociales y elementos disfuncionales en el retraso en el razonamiento moral mediante los cuales se volvía una condición para la construcción de este tipo de creencias.

Así fue como se estructuraron las distorsiones cognitivas auto-sirvientes (DCA) mediante las cuales su construcción justificaba el uso de la conducta agresiva, neutraliza el aspecto afectivo para evitar la culpa y proteger la imagen del agresor, así como tratar de convertirse en un prospecto de “salvador” de las personas (Barriga, Gibbs, Potter y Liau, 2001) o un ciudadano que “cumple un bien común” ayudando a los demás, minimizando el efecto de la agresión hacia la persona.

Si hacemos el recordatorio de aquella conversación entre la pareja de los columpios, tendremos ante nosotros elementos importantes en la interacción como la forma de vanagloriarse de él sobre sí mismo, visualizar y definir a los demás como débiles, amenazantes, minimizando los actos de los demás, así como el daño en el uso de conductas agresivas. Pero eso solo es una parte, en realidad podemos encontrar diferentes ejemplos a lo largo de los procesos comunitarios en donde las DCA se establecen con mayor ligadura y de la cual somos ajenos en muchas ocasiones sin saber que su gran peso no proviene necesaria y/o exclusivamente del uso de las conductas agresivas (ya de por sí un grave daño), sino de la construcción de guías mentales (Dodge et al., 2006) que se repiten, se copian, se habitúan y reproducen de manera sistemática (Huesmann, 1998). Entre algunos ejemplos de DCA que podemos hallar, no son los únicos y tampoco, los de mayor referencia, podemos encontrarlos en la siguiente imagen:

Mientras mantengo la vista en el horizonte, veo a mis perras sueltas corretearse entre sí, tomar caminos separados para oler, hacer hoyos en el suelo, oler, orinar, defecar y volver a perseguirse entre ellas. La mirada está en esa estampa, pero la duda genera un punto de reflexión más: ¿Las DCA son únicas? ¿No existe una clasificación? ¿Cómo saber cuál es cuál? ¿Son heredadas y no pueden modificarse? Pienso por un instante si el futuro será, como predicen los cognitivos, cognitivo. Podría, aunque no está supeditado a explicar por sí mismo todas las instancias, pero que sirve como un elemento en la complementación de las teorías de la agresión, definitivamente. Suspiro, llamo a las chatas y comenzamos el camino del retorno hacia el hogar con dudas sobre si estamos a tiempo, de prevenir la gran avalancha que puede caernos encima y de la cual, nuestros ojos son cuencas vacías.

Próximamente: Segunda Parte del Texto “Clasificación de las Distorsiones Cognitivas Auto-sirvientes”

REFERENCIAS

Akehurst R. (2015). Child neglect identification: The health visitor’s role. Community practitioner: the journal of the Community Practitioners’ and Health Visitors’ Association, 88(11), pp. 38-42.

Barriga, A. Q., Gibbs, J. C., Potter, G., & Liau, A. K. (2001). The How I Think Questionnaire manual. Research Press

Cioran, E. (2015). Del inconveniente de haber nacido. Taurus.

Crick, N. y Dodge, K. (1994). A review and reformulation of social information-processing mechanisms in children’s social adjustment. Psychological Bulletin 115, pp. 74–101 http://doi.org/ 10.1037/0033-2909.115.1.74.

Davies, J. (2021). Sedados. Cómo el capitalismo moderno creó la crisis de salud mental. Capitán Swing.

Dodge, K., Coie, J. y Lynam, D. (2006). Aggression and antisocial behavior in youth. In W. Damon & R. M. Lerner y N. Eisenberg (Eds.), Handbook of child psychology: vol. 3. social, emotional, and personality development (6th ed.; pp. 719–788). John Wiley.

Gibbs, J. (2014). Moral development and reality: Beyond the theories of Kohlberg, Hoffman, and Haidt. Oxford University Press.

Guerra, N. y Dierkhising C. (2011). The effects of community violence on child development. En R. Tremblay, M. Boivin y R. Peters (Eds.), Encyclopedia on Early Childhood Development [online]. Centre of Excellence for Early Childhood Development and Strategic Knowledge Cluster on Early Child Development

Hernández, E. (2015, 4 de junio). El Maltrato Infantil. Psicología Online.  http://www.psicologiaonline.com/infantil/maltrato.shtml

Huesmann, L. R. (1998). The role of social information processing and cognitive schema in the acquisition and maintenance of habitual aggressive behavior. Academic Press.

Mrug, S., Madan, A., Cook, E. W., & Wright, R. A. (2015). Emotional and physiological desensitization to real-life and movie violence. Journal ofYouth and Adolescence, 44(5), pp. 1092–1108. https://doi. org/10.1007/s10964-014-0202-z.

Patterson, G., Dishion, T y Bank, L. (1984). Family Interaction: A Process Modelo f Deviancy Training. Aggressive Behavior, 10, pp. 253-267

Quesada-Sanabria, R., Niebla, Y., Sanchez, L., y Vázquez, W. (2019). Intervención educativa sobre violencia intrafamiliar y maltrato infantil en familias disfuncionales. Medimay, 26(1), pp. 28-40.  https://revcmhabana.sld.cu/index.php/rcmh/article/view/1350

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s