ENCIERRO, ESTRÉS Y MEDIDAS ASERTIVAS

Por lo tanto, decimos que hombre es proceso, y, precisamente, proceso de sus acciones.
Antonio Gramsci
Imaginemos una situación: el día comienza y de antemano sé que por la cuarentena no puedo salir a la calle. Lo primero que pienso es ¿Hasta cuándo durará? ¿Será que si existe eso de la pandemia? ¡Desearía estar con mis amigxs! Posteriormente a este debate de ideas personales, saludo a mi familia y me encuentro con una situación muy complicada: mi mamá haciendo de desayunar se encuentra de malas porque se está acabando el huevo y se ha peleado con mi papá, puesto que en su trabajo lo van a descansar, lo cual significa que en un determinado momento no le pagarán y no tendremos dinero suficiente para abastecernos de provisiones, además, se han enojado mis papás y ahora cada uno se dirige al otro en tono seco, cortante y se ve reflejado en que mi papá le grita a mi hermana que “haga bien las cosas”, que se fije. En cuanto he saludado a mi mamá, lo primero que me ha preguntado es que, si ya entré a mis clases online, lo cual me frustra porque lo primero que piensa es en la escuela y no en que ya me siento aburrida en la casa, aunado a que odio que la familia se lleve de ese modo ¡Me frustra!
Esta pequeña anécdota que el viento llevaba consigo la escuchamos en algún momento cuando los oídos aprestaron su agudeza. Interesante el relato ¿no es así? En él, abundan las contradicciones, los miedos, las frustraciones, el cansancio, el malestar y, claro está, un tremendo estrés. ¿Qué hacer bajo estas condiciones? ¿Cómo se quita el estrés? ¿Sobre qué situaciones habría que intervenir previamente? De eso hablaremos en el presente artículo. Comencemos por definir que es el estrés y cómo podemos identificarlo.
Hans Seyle en 1973 definió al estrés como “un estado manifestado por un síndrome consistente en todos los cambios inducidos no específicamente en un sistema biológico”. De tal suerte que para Seyle eso que denominamos estrés, son precisamente todos los cambios que manifestamos por los estresores a los cuales nos enfrentamos y cuya consecuencia se ve manifestada en el sistema biológico, es decir, en nuestro organismo. Repasemos el relato: las modificaciones a las cuales nos vemos enfrentados se derivan de hechos puntuales como una nueva modificación en la respuesta del organismo hacia hechos específicos como estar encerrados, darnos cuenta de que probablemente tendremos en un futuro próximo problemas económicos y hacemos suposiciones sobre estos hechos de forma anticipada (catastrofización); observa a mi familia pelear y darme cuenta de que me desagrada (experiencia subjetiva) me hace actuar en forma defensiva ante el comportamiento de enojo y causa distanciamiento social; entablar tempranamente una discusión y no arreglarla sino evitarla y, al tiempo, enquistarla, etc. Estas situaciones son a lo que nos referimos con estrés y las respuestas del organismo no habrán de esperarse, más allá de la incomodidad y del hecho del trago amargo por un mal rato.
Seyle nos hablaba, además, de un Síndrome de Adaptación General (SAG) cuyo objetivo general es conocer como es el estado del estrés. Para ello mencionaremos que contiene 3 etapas:
- Reacción de alarma: la vamos a caracterizar por el hecho de aparecer inmediatamente ante la amenaza.
Si seguimos pensando en nuestro relato, las situaciones de esta persona se versan por ver cada problema de forma particular: la pelea de sus papás, la interacción disfuncional en esos momentos, los regaños, saber el problema económico, etc.
El hecho de presenciarlo y experimentarlo promoverá en el organismo una defensa ante la amenaza percibida, caracterizándose como:
- Descarga de adrenalina.
- Ritmo cardiaco creciente.
- Disminución de la temperatura corporal y del tono muscular.
- Aumento transitorio de la azúcar sanguínea seguido por un descenso.
- Ulceraciones gastrointestinales.
- Fase de Resistencia: Se presenta cuando se han adaptado ante una situación estresante. No necesariamente desaparecen los síntomas, digamos que se ocultan para alargar esa resistencia y enfrentarla a un precio sobre el organismo. Si pensamos en que seguirá la cuarentena, no habrá un confort para la familia, los problemas seguirán y el ambiente podría tornarse hostil, esto habrá que enfrentarlo, sobretodo, afrontarlo.
Entre las situaciones que podríamos experimentar sobre el organismo se encuentran:
- Cefaleas (dolor de cabeza)
- Fatiga crónica.
- Problemas circulatorios.
- Contracturas musculares
- Dificultades para concentrarse.
- Aumento del apetito.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Fase de Agotamiento: Llegando a la última fase del SAG, es la fase donde el organismo ha dado todo de sí y las energías extras que propició en la resistencia, así como el esfuerzo, se ha agotado. El sistema inmunológico se encuentra en condiciones delicadas y en algunos casos, la vida en peligro se halla. La preocupación del encierro, las tremendas ganas de salir, el saber qué hacer sin una economía estable y duradera serán malestares que podrían llegar hasta esta fase y tener complicaciones duraderas.
Algunas situaciones que pueden experimentarse serían:
- Hipertensión arterial.
- Derrames cerebrales.
- Cáncer.
- Úlceras.
Es aquí donde debemos hacer un alto forzoso y observan un panorama general para poder partir en el objetivo principal del escrito: conocer y afrontar lo más asertivo el estrés. Esto significa que el estrés en nuestra vida es necesario, puesto que nos permite reflexionar, analizar y afrontar loes estresores que se van presentando. Ese estrés positivo (euestrés) es necesario, además, para poder seguir adelante e identificar algunas condiciones que pasan de forma inesperada y con poca atención de nuestra parte:
Factores intrínsecos:
Pensamientos, sentimientos, conductas, salud fisiológica, cirugías o padecimientos físicos que presentemos.
Factores extrínsecos:
Los que caracterizan el medio en que nos desenvolvemos como nuestro estilo de vida, cambio de temperatura, cambio de alimentación, ruido, consumo de tabaco, café, problemas económicos, problemas laborales, etc.
Al detallar estas situaciones es momento de realizar un pequeño análisis sobre las situaciones en que nos encontramos y generan estrés en estos momentos:
El encierro no forma parte de la gran mayoría de las personas, lo que conlleva a desesperación, sensaciones de irritabilidad, deseos de no detener nuestra vida y seguir adelante, así como:
- Problemas económicos.
- Aburrimiento que conlleva a irritabilidad.
- Escasez de comida, economía.
- Violencia intrafamiliar.
- Modificación de rutinas individuales.
- Relaciones familiares complejas y con pocos recursos asertivos.
- Pensamientos catastróficos sobre la especulación de lo que sucederá.
Y podemos seguir agregando estresores a destra y sinestra sin acabar, observando como cada uno de ellos genera un estrés en intensidad y frecuencia diferentes para cada persona de acuerdo a su edad, su personalidad, sus herramientas de afrontamiento. Ahí es donde nos gustaría dejarles algunas recomendaciones que puedan llevar a cabo desde casita, con los recursos a su disposición y los tiempos que mejor se acomoden:
Recomendaciones sobre el afrontamiento del estrés:
- Organización del tiempo: Ante los encierros, el sistema de organización padece de un déficit de establecimiento de actividades, puesto que la vida cotidiana queda suspendida. Una herramienta que podríamos utilizar sería un cronograma de actividades que nos permitiera organizar en el tiempo de cuarentena algunas actividades al día. Ojo con eso: son algunas actividades al día, no ordenar toda la casa en un santiamén. La idea es que nuestros pensamientos sigan trabajando con una modificación de nuestra organización día al día. Por ejemplo, barrer el lunes, trapear martes, ordenar mi ropa miércoles, leer un libro de mi agrado, jueves, etc. Al menos de dos a 3 actividades por día.
- Escucha Activa: Uno de los elementos que podríamos fortalecer se trata justamente, de reaprender a comunicarnos. Sabemos que, a pesar de estar en constante interacción social, no significa que poseamos necesariamente las formas de tener un diálogo que promueva acciones funcionales. Aprender a escuchar sin interrumpir, poner atención ante la intervención del diálogo del otro, el respeto de la otredad, no insultar, son pasos que permitirán una apertura en la comunicación con nuestra familia, con cada uno de los integrantes de la familia. Y si ya lo realizamos es un buen tiempo para seguirlo realizando. La memoria, en especial, la memoria histórica tiene una gran importancia en la trasformación de espacios colectivos abiertos a un desarrollo en todas sus vertientes. Aprender a escuchar más y juzgar menos.
- Establecer hábitos positivos: Casi que obligatorio, se ha vuelto en estos tiempos, cuidar nuestra alimentación y si hemos descuidado nuestra salud alimenticia que buen momento para hacerlo. Tal vez tomar un poco más de agua, disminuir las grasas, tratar de comer lentamente, generar un ambiente agradable al momento de comer. Además, podemos agregar, en un cronograma de tiempo, el espacio para tratar de realizar todos los días una rutina de entre 60-90 minutos por día tratando de ejecutarlo de forma regular cada día de la semana, para practicar un poco de yoga, estiramiento, respiración diafragmática, tai chi, ejercicios aeróbicos. Esto permitirá mantener una mejor respuesta fisiológica y que el estrés disminuya en cuanto a intensidad y frecuencia, además de sublimarlo en aspectos positivos como hacer un poco de ejercicio y alimentación balanceada.
- Administrar economía: Tal vez sea uno de los papeles más difíciles que tenemos por delante. Y puede que así sea: se trata del hecho de economizar en una época de volatilidad económica y donde muchas personas se ven mermadas de sus ahorros, su dinero que puede servir en emergencias o, simplemente, como una gran mayoría que somos, no alcanza y trabajar se vuelve imperioso. De una u otra forma, limitar nuestro gasto hacia lo básico. Vendrán tiempos para reflexionar y organizarse, por ahora seguir ahorrando y/o trabajando sin la preocupación de la incertidumbre.
- Solidarizarse: Porque la herramienta más importante de forma asertiva que tenemos es la solidaridad: esa que se practica horizontalmente, donde las reglas no son de arriba-abajo, que se mantiene oculta y no como un triunfo del cual se debe de colocar como bandera en las redes sociales. Pequeños actos, desde lejos, desde la distancia, palabras de aliento, compras colectivas de uno para con los demás y en rotación, charlas por teléfono a nuestros seres queridos, a las amistades, interesarse por cómo se encuentran y claro, un poco de catarsis nunca viene nada mal.
- Distracciones: Una manera de poder afrontar el encierro versa sobre tener un punto de distracción. Una actividad que nos saque de la rutina asfixiante que nos toca vivir: hablamos de leer un libro, ver una película, hacer un poco de ejercicio, contar un cuento a nuestros hijos, jugar con nuestras incondicionales mascotas, juegos de mesa en familia, escribir, cantar, comenzar un nuevo videojuego. Actividades que nos permitan distraer un momento la mente y, al mismo tiempo, posibiliten tranquilizar nuestra mente (hablaremos en otro artículo de emociones y pensamientos) de eventos anticipatorios que nos generen estrés y ansiedad.
- Diario: Escribir como una herramienta fundamental. Comenzar un diario donde pueda registrar los momentos, sentimientos y conductas sobresalientes en mi día; aprender a describir una emoción siempre es fascinante puesto que nos puede llevar a la creación de nuevos pensamientos, reflexiones, creaciones de alguna poesía, cuentos, etc. La escritura como una aliada sumamente positiva en medio de la cuarentena.
- Pensamientos Automáticos: Sin duda alguna, el malestar que ocasionan estos pensamientos generan ansiedad, preocupación, miedo de morir por el COVID-19 o de algún ser querido y qué haríamos si falleciera, creando las condiciones de estrés y ansiedad muy fuertes en las personas. Modificarlos, descatastrofizarlos y hacer uso de ideas racionales (a través de evidencia, comprobación) nos generarán confianza sobre los acontecimientos y nuestra interacción en ello. Sin duda alguna, hablaremos de ellos en otro apartado.
- No patologizar: Momentos como el que vivimos se trata de anormalidades desde el colectivo. Cuidarnos está muy bien. Saber que existen personas con algunos problemas que lidian como el caso de depresión o ansiedad y que, sin embargo, no podemos individualizarlo en el punto de la patologización como experiencias individuales ahistóricas, concernientes al proceso homeostático de organismos individuales. Después de toda esta situación una especia de trauma psicosocial se hará presente y en la solidaridad colectiva habrá de resolverse.
- Organizarse: Si bien el punto lo colocamos de forma intencional, también nos debe de dar cuenta las poblaciones vulnerables que ha comenzado a visibilizar la pandemia de un sistema capitalista cuyo único objetivo de la competitividad y la demostración de “superarse” ha engendrado diferencias de clases sociales junto con procesos hegemónicos, culturales, sanitarios y cotidianos que afrontan el hecho de comenzar a reflexionar sobre la construcción en los próximos años de un proyecto alternativo donde la vida, el medio ambiente, la salud, educación, el hambre, un techo sean garantías exigidas y cumplidas por el Estado y no solo en un juego panóptico de preferencias de la clase dominante. La salud mental (si es que existe) comienza, además, por dejar de normalizar situaciones dañinas para la población y comenzar a organizarse en hechos plausible para el inicio de una transformación social.
Al final, resistir un poco más, disponibilidad de acción para reducir el estrés, trabajar en equipo, saberse no solxs en estos tiempos, no anticiparse a los hechos, administrar nuestros recursos en la medida de lo posible para resistir esta coyuntura que nos toca vivir. Que justamente se trata eso: acompañarnos en estos momentos como medida psicosocial de solidaridad en todas sus facetas a fin de resistir y cuidarnos entre y con todxs.