LA MEMORIA ES NUESTRA

Daniel Sixtos Cruz
«Corrimos porque la historia nos enseñó a gritar»
La memoria es nuestra. Las pisadas de nuestros padres, nuestras tías, nuestros tíos, las abuelas, los abuelos, las locas, lxs hermanxs que no regresan, la esperanza que se tira y se intenta aplastar. El miedo siempre vuelve; bajo la bandera de progreso y libertad, en forma de democracia, las clases dominantes y su discurso hegemónico voltean ante el hervidero de voces que se alzan y se reclaman entre sí, para sí, consigo mismas hacia los oídos necios que prefieren olvidar puesto que la molestia, la indiferencia, proviene de su contradicción de existencia. El miedo vuelve siempre, pero al final cambia de bando, siempre lo hace.
La memoria es nuestra. En el juego del monopolio se sacrifican los menos que son los más, junto con el cenit de la vida y las formas aversivamentes presentables ante la opinión pública: la injusticia que no tiene justicia, lxs desaparecidxs que no tienen rostro ni cuerpo los responsables, la aristocracia que hoy duerme bajo sábanas de lino oteando en los viajes que habrán de simular una paz que compraron a sangre y fuego. Entretanto un pueblo que lucha, que se defiende ante el odio irracional, ante el miedo de la resistencia, la sublevación por sus propias contradicciones y la respuesta lógica y natural de quienes pierden todo sin desearlo. En ese juego de destrucción, de imposición, de vez en vez, una mano, una voz detienen su verborreico juego para hacer acto de presencia y decir “aquí estamos, aquí resistimos, aquí se detendrán”. La dignidad de los pueblos es el precio más caro a pagar en ese juego por un futuro lejano donde el odio se extinga y la solidaridad sea la materia aprobada de una vez por todas de los gobiernos y su papel moralista, legalmente ilegal, funcionalmente represor.
La memoria es nuestra. Porque uno nunca debe de olvidar que los monstruos existen y que, a pesar de no observarlos con uniformes militares, ni arengas estrafalarias, ni en carros lujosos tomando vino por las tardes en residencias donde el juego de la población es discutido, no significa que han dejado de existir. Existen, y sería bueno no olvidarlo para estar siempre alerta. Pensamos que habíamos superado la época de barbarie, pero nos equivocamos; ésta es la farsa y en ella los monstruos aparecen tratando de atemorizar nuestro futuro con el horror del pasado y su Escuela de las Américas como objeto de legitimación, venden miedo y venden humo; son los mismos de siempre, los de ayer, los de hoy, pero no los de mañana. Porque nuestra es la memoria y nuestras las formas de lucha y resistencia aprendidas. Nuestra la alegría y rebeldía como respuesta de una disonancia cognitiva que, sin pies ni formas, siguen hablando de guerras y enemigos sinsentido. Fue la misma historia quien nos demostró que los gobiernos reaccionarios son enemigos de los pueblos y nos tienen miedo porque no tenemos miedo, no tenemos nada que perder, ni siquiera las cadenas, ni el tiempo, ni siquiera el suspiro en cada vida…
La memoria es nuestra. Porque siempre presentes los que, sin estar, hoy están más presentes con nosotrxs en las horas de incertidumbre y de miedo. Nunca se fueron del todo; faltan que vuelvan, pero siempre están con nosotrxs en cada respiro, en cada paso que se gana a pesar del temblor de piernas que nos recuerda lo real que los gobiernos pueden asesinar para priorizar y proteger los capitales antes que la vida misma. Nuestra es la memoria cuando la juventud, la sociedad civil, los colectivos, la otredad se reconoce y marcha junta, juntos, juntas, todas, todos, hacia allá, hacia acá, hasta allá, allí, para alzar su grito, su rabia, su digna rabia cuando ese sistema económico ya no sustenta su presencia bajo ninguna ley. Hoy, aquí, Jara, Violeta, Allende. Mañana, toda Nuestra América con un segundo respiro de los pueblos en la historia y su construcción junto a ellos, sus memorias, sus potencialidades, sus manos y la construcción de mundos coherentes del decir y del hacer.
La memoria es nuestra y lo sabe la historia, lo saben nuestrxs hijxs, lo saben nuestras madres, nuestros padres, lo saben los pueblos originarios, lo saben las feministas, lo saben los ancianos, lo saben los obreros, los campesinos, los desharrapados, lo saben los pueblos del cono sur junto a su memoria combativa, de reflexión histórica y su espíritu indomable. No importa que el avance se construya mediante la propaganda hegemónica al servicio de unos cuantos, se habrá de saber que reímos, que cantamos en lo lúgubre del tiempo, las personas al interior de sus comunidades deben de saber que ante el olvido selectivo, ante la vuelta al pasado, al presente y la lucha hegemónica por el dominio de occidente, nuestra memoria colectiva, histórica, camina, sonríe y baila por donde juraron que nos perderíamos
¡Cuán equivocados estaban!
Justo porque son ciegos socialmente, humanamente disfuncionales y caídos del tiempo, justo porque son errores del pasado. La memoria es nuestra y el futuro nuestro. Venceremos